Vivir ... después de trabajar

MARATHON MÁLAGA 2013

Pasadas unas horas del término del IV Maratón de Málaga, con el tiempo suficiente para la aparición de sobrecargas en todos los músculos de las piernas, con inmensos dolores de articulaciones y con un estado psicológico más calmado y reflexivo tras el subidón que sentí nada más terminar, me pongo a escribir estas líneas con la intención de compartir y perdurar esta experiencia.

No tengo ni cuerpo, ni estatura, ni mucho menos peso de corredor, nunca lo he sido y mucho me temo que ya no hay tiempo de serlo. Comparto la opinión de que los rellenitos corremos con una mochila de muchos kilos que dificulta la zancada. Aun así, antes de enfrentarme a la maratón, pensé que tenía cuerpo escombro de 5:30, piernas de 5, cabeza de 4:30 y  corazón de 4 horas. 

Era mi primera maratón, si bien es cierto que hace ocho años, por motivos distintos a los de ahora, destiné unos meses a preparar una media maratón (por aquel entonces me parecía inabordable). La corrí en 2 h 1 min, meses después otra en 1:58 min y al año siguiente la tercera y última en 1:57 min. Tiempos muy, muy modestos pero aseguro que con gran esfuerzo. Tras estos breves escarceos un largo parón hasta que el pasado año decidí que por esas cosas que tiene la vida debía agradecer lo que la misma me había dado y me propuse correr y, allá por el mes de julio, comencé a preparar la prueba.  

Encontré un plan de la organización, entendí que aspiraba a ser finisher, y me puse la zapatillas. ¿Me he preparado a conciencia?, pues no y sí: NO PORQUE los lunes me horroriza dejar el partidillo de fútbol con los amigos por entrenar, olvidé ha conciencia las abdominales y los estiramientos diarios, no sé lo que son cuestas que no me halle en el camino ni las series que aparecen en algún artículo de revista especializada, no he hecho ni un entreno largo por encima de 22 km, ..., vamos un desastre, SÍ PORQUE he salido a correr con calor y frío, con lluvia, con cansancio acumulado, con voluntad, he tratado de seguir el plan diseñado, he sido constante y he disfrutado como un enano estos meses.   

Sin darme cuenta llegó la semana previa y con la proximidad de la carrera llegaron las dudas, los miedos, la tensión, ...que mal se pasa. Pregunté lo indecible y acerté tanto como me equivoqué. Estrené camiseta y gracias a un agradable vendedor de Decathlon no sufrieron mis pezones (aunque no se deba estrenar nada). En una tienda especializada pregunté por la nutrición y los geles me pasaron una factura tremenda (no cambies la nutrición sin haberlo probado antes). Me acerqué a por el dorsal y me encantó el ambiente previo y por fin llegó el día.

Cumplí con el ritual: Me levanté con tiempo, desayuné, me hidraté, me preparé mentalmente y salí a correr.



Te pasan mil cosas en más de cuatro horas: me reí mucho los primeros kms, admiré a los de cabeza cuando nos cruzamos y observé su ritmo de carrera, me entusiasmo la gente en la calle, me encariñé con la liebre que me ayudó mientras tuve fuerzas, me entraron dolores de estómago por los puñeteros geles en el 22, comencé a flaquear en el 28, me caí en el 30 y no me hice nada, sólo un susto, tuve que parar en el 32 en los alrededores del Carpena a hacer de vientre, no aguantaba más, al intentar volver a la carretera, subiendo por la colina me volví a caer y fui dando vueltas por encima de una vegetación de la que todavía recuerdo sus pinchos, seguí, me dio una pájara horrible en el 36 y todo el mundo me alentó, adoré el espíritu de la carrera, me llamaron por mi nombre y al entrar en meta tuve una de las sensaciones más agradables de mi vida.

Mi crono marcaba 4 horas 15 min 26 seg., la cifra oficial 4 horas 17 min 02 seg, daba igual, mi sensación INCOMPARABLE. 
    

https://dl.dropboxusercontent.com/u/52373403/Correr/Llegada%204%20horas%2018%20min%2056%20seg.mp4



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